Las vacas gallegas se alimentan en América
La garantía de abastecimiento alimentario tiene más ramificaciones de las que normalmente pensamos. No se trata simplemente de los alimentos finales que llegan a nuestra despensa, sino que todo el sistema alimentario está construido sobre una dependencia externa que lo hace frágil.
En Galicia viven alrededor de 960.000 vacas (unas 350.000 dedicadas exclusivamente a producir de leche). Si no fuese porque es una decisión que ellas no han tomado, podría parecer que han seguido las tendencias de nuestros hábitos alimenticios y también han globalizado su alimentación, sobre todo las destinadas a la producción láctea.
Casi la mitad de la ración diaria viene de fuera
Si bien es cierto que gran parte de la ración diaria que consume una vaca gallega es producida por la propia granja (maíz, heno, pastos), la mayoría del pienso que consume es elaborado a partir de cereales procedentes de otras partes del planeta, sobre todo de América.
Para ilustrarlo, tengamos en cuenta que una vaca en Galicia produce una media de 35 litros diarios de leche y para lograrlo precisa comer cada día alrededor de 21 kilos de materia seca. Gran parte, alrededor de un 55%, procede de forrajes producidos en la propia ganadería pero el 45% restante, es pienso que el ganadero compra.
Este pienso está elaborado fundamentalmente a partir de cereales como maíz y proteaginosas como soja o colza que no se producen en Galicia y que tienen que ser importados, sobre todo de Estados Unidos y de Brasil, líderes mundiales en la producción de estas materias primas.
Si extrapolamos las cifras al total gallego, la cuantía es considerable. Según los datos de la Asociación Gallega de Fabricantes de Alimentos Compuestos (AGAFAC), la producción total de piensos en Galicia superó durante 2019 los 3 millones de toneladas, de los que 1.377.216 toneladas corresponden a piensos para ganado vacuno que tuvieron que adquirir sus materias primas en el exterior.
¿De dónde proceden todos estos cereales?
Estos cereales llegan a Galicia a través de puertos como el de A Coruña o el de Marín con distintas procedencias: el maíz fundamentalmente de Estados Unidos pero también de Ucrania, mientras que la soja es cultivada en Brasil, Argentina y Estados Unidos, y la colza es cultivada en Francia y Alemania, dos de los principales países productores.
La colza reduce la dependencia de América
En la última década se ha incrementado el uso de colza europea en detrimento de la soja americana en los piensos para ganado vacuno, fundamentalmente por el ahorro de costes que supone para el ganadero, sin penalizar en exceso la producción: 250 euros la tonelada de colza frente a los 331 de la de soja.
Prueba de ello es que si en 2008 el consumo de colza en Galicia para alimentación animal fue de unas 18.000 toneladas, en 2014, según los datos de AGAFAC, esta cifra superó las 200.000 toneladas, una cantidad que se ha incrementado en los últimos años. Su presencia en la fórmula del pienso puede ir desde el 15 al 50% del peso de la materia seca.
Una cuestión estratégica
Además de un ahorro de costes para los ganaderos de vacuno, para el Eugenio Cegarra García, director de formulación de De Heus, también se trata de una cuestión de garantía de autoabastecimiento alimentario para Europa. “Es estratégico para la Unión Europea depender cada vez menos de las importaciones de soja americana, ya que se importa en más de un 90% y la dependencia de proteína vegetal exterior es de más de un 70%. En este sentido, el hecho de producir en Europa colza y DDG´s ayuda a reducir esa dependencia”, destaca.
Europa hacia el autoabastecimiento
La Comisión Europea aprobó a finales de 2018 su informe sobre el fomento del cultivo de proteínas vegetales en la Unión Europea para reducir su dependencia externa.
Y es que Bruselas calcula que la elevada demanda de proteínas vegetales en Europa asciende a 27 millones de toneladas de proteína bruta en el período 2016/2017 y que el índice de autoabastecimiento en la UE varía significativamente, dependiendo de la fuente (por ejemplo, 79 % para la colza y 5 % para la soja).
Por consiguiente, la UE importa unos 17 millones de toneladas de proteína bruta al año, de los cuales 13 millones son a base de soja, una proteaginosa hasta ahora clave para la alimentación de las vacas gallegas.