Producción local y resiliencia
La capacidad de adaptación del sistema productivo es fundamental para mantener la producción de alimentos y otras necesidades básicas de la población. En este sentido, la producción local puede jugar un papel clave como proveedor garantista a la hora de hacer frente a situaciones inesperadas.
¿Que es la resiliencia?
La resiliencia es un concepto que procede de la ingeniería de materiales y que en la actualidad se aplica en múltiples campos. De manera muy simplificada, podríamos definirla como la capacidad de un material para volver al estado anterior a una perturbación. De este modo, este concepto aplicado a un sistema económico o social sería su capacidad de recuperación ante una alteración de su funcionamiento normal.
En términos de la RAE, la resiliencia es la “capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”. Si bien incorpora ya una perspectiva más amplia con otra acepción que la define como la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”.
El papel de la producción local en la resiliencia
Desde hace tiempo se viene observando un creciente interés por la producción local, en especial en lo referente a los alimentos, pero cada vez con un mayor número de productos.
Si bien inicialmente las motivaciones estaban centradas en cuestiones como la salud o la conciencia ambiental, la situación actual ofrece una nueva perspectiva para la instalación de un nuevo paradigma en el que la prioridad es la garantía del abastecimiento. Así, una economía resiliente debería mantener la capacidad de satisfacer las necesidades básicas de una comunidad.
Es mucho más sencillo lograr esta capacidad de abastecimiento potenciando la capacidad productiva local, donde un número menor de intermediarios introduce un número menor de factores de riesgo ante una posible alteración de las condiciones. Además, hacerlo con una gestión inteligente de los recursos propios, incorpora a la ecuación la sostenibilidad como un elemento fundamental de estabilidad en el abastecimiento a largo plazo.
Por su directa y más evidente relación con el medio rural, vamos a ilustrar a continuación los casos de la producción local de alimentos y energía.
Soberanía alimentaria
Además de los beneficios para la salud y para el medio, el consumo de productos frescos y de proximidad genera grandes ventajas para la economía local a través de la generación de recursos dentro de la comunidad, la reducción de gastos e impacto asociados a cuestiones como el transporte o la reducción en la generación de residuos.
Autonomía energética
Hoy por hoy, el abastecimiento energético es una prioridad estratégica. La apuesta por energías renovables de generación descentralizada contribuiría a la reactivación de la economía en determinadas zonas con potencial capacidad de producción, al tiempo que mejoraría las garantías de autoabastecimiento.
El papel del rural
Depender menos de las importaciones y fortalecer la producción local es una de las claves para favorecer la resiliencia de nuestra sociedad.
Es en el medio rural donde se producen buena parte de estos recursos básicos y, por tanto, debemos prestarle la atención que merece. Ya no sólo por su importante labor ambiental y contribución a la sostenibilidad del planeta, sino también como garante del aprovisionamiento ante cualquier tipo de adversidad.
“La España rural y sostenible que, pese a todas las dificultades sigue abasteciendo nuestras despensas en tiempos de crisis, merece también, sin duda, el aplauso y apoyo de la sociedad en su conjunto” – Luís Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España.