En un mundo que aún busca erradicar el hambre, las normas estéticas establecidas en los mercados hacen que el 40% de los alimentos sean descartados por feos, ocasionando un enorme desperdicio especialmente si nos referimos a frutas o verduras.
Las estanterías de los supermercados están llenas de alimentos de colores y formas perfectos, cumpliendo con el criterio estético que socialmente se ha asumido que deben cumplir. Por el camino se han quedado miles de zanahorias torcidas, pimientos deformados o naranjas que no son lo suficientemente redondas.
Por eso, en la lucha contra el desperdicio alimentario es importante toda divulgación y acción que contribuya al aprovechamiento de aquellas frutas y verduras que no tienen un aspecto perfecto, para combatir la limitación que tienen para salir al mercado aquellos alimentos que no cumplen con unos determinados estándares estéticos.
Este proceso de selección basado únicamente en la “belleza” de los alimentos contribuye a que, en el mundo, se desperdicien cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos.
Mucho más que una cara bonita
En diferentes países de Europa se han puesto en marcha diversos movimientos a favor de la «comida fea» para conseguir una mayor sensibilización por parte del consumidor. Intentan contribuir a un reciclaje inteligente de los alimentos y a la ingesta de verduras y frutas con estrategias creativas que impulsan el consumo nutritivo y creativo de las personas.
Muchos cocineros se han sumado a esta idea empezando a trabajar con alimentos que no tienen las características necesarias para ser considerados perfectos y algunos supermercados (como es el caso de Francia) ya aplican un descuento adicional a los alimentos feos como gancho para que los consumidores accedan a ellos.
El movimiento Ugly Food
Muchas cadenas alimentarias, restaurantes y consumidores particulares han empezado a rescatar y aprovechar estos alimentos considerados feos, llegando incluso a plantear este reciclaje como una oportunidad de negocio.
Todas estas iniciativas individuales de lucha contra la discriminación de frutas y verduras que no cumplen los cánones estéticos del lineal están siendo agrupadas e inspiradas por el movimiento Ugly Food y Food Waste. Un movimiento que comenzó en Reino Unido en el año 2015 con el objetivo de promover la venta de frutas y verduras imperfectas
Esta propuesta, que aun no ha llegado calar con tanta fuerza en España, es considerada como alternativa y beneficio para toda la cadena de suministro. Una solución tanto para el propio productor que tiene pocos márgenes de beneficio como para el consumidor que paga precios elevados cuando la oferta no es abundante. Una respuesta de lo más efectiva para los productores que aumentan su productividad y beneficios, para el consumidor que ahorra debido a los precios rebajados de estos alimentos y para el medio ambiente, ya que la base de este movimiento es el aprovechamiento de los recursos naturales y a su vez favorece a la reducción de la huella de carbono causada por el desperdicio de los alimentos.
Mucho más que un problema estético: una concepción social
Si nos paramos a pensar en que una de cada diez personas pasa hambre en el mundo y sabemos que, según la FAO, un tercio de los alimentos terminan como desperdicio en la basura, la situación se vuelve completamente incongruente y, por tanto, de manera progresiva debería ser revertida con el objetivo de conseguir un mayor equilibrio.
Los valores nutricionales de estos alimentos son exactamente iguales a los que tienen “una cara bonita”, pero los hábitos de consumo se han ido inclinando hacia la decisión de compra en base determinados cánones estéticos de los alimentos.
Por ello, se hace cada vez más necesario cambiar la mentalidad. Los alimentos, frutas, verduras y hortalizas mantienen sus características nutricionales tengan el aspecto que tengan. Por lo tanto, las irregularidades con las que muchos alimentos crecen de la naturaleza no son motivo para descartarlos.
La solución que proponen asociaciones, agencias como la FAO o profesionales del sector es apostar por una educación en aspectos de alimentación y nutrición. Una educación en la que se hable sobre el desperdicio de comida desde un punto de vista ambiental, de seguridad alimentaria y con la perspectiva de garantizar la capacidad alimentaria del planeta.