Caldo gallego como forma de transformar el rural
Con la llegada del invierno es importante mantenerse bien alimentado, con energía y no pasar frío. Todo esto lo podemos conseguir con un plato tradicional, el caldo gallego.
El caldo gallego tiene hortalizas, tubérculos y carne cocidos con cariño en una gran olla, por eso este plato es uno de los más naturales y a la vez muy útil para recargar pilas después de días de tormentas y ráfagas de viento. Es perfecto para compartir con la familia un día de invierno o con los amigos reunidos alrededor de una gran olla humeante un fin de semana.
Una receta de siempre
Para el caldo gallego vas a necesitar: Habas pequeñas, patatas, unos grelos/nabizas/berzas, falda de ternera, costilla de cerdo, chorizo gallego y un poco de unto. Pero antes de que vayas corriendo a comprar los ingredientes y a encender el fuego, te proponemos algunas ideas para que elabores un caldo gallego 100% rural y con productos de proximidad.
No vayas muy lejos
Para empezar, no vayas muy lejos a comprar estos productos. En cualquier plaza de abastos puedes encontrar, si no todos, la mayoría de los ingredientes frescos y vendidos en primera persona por las personas que los han cultivado.
Con esto no sólo contribuyes a la sostenibilidad ambiental, ya que con este gesto ayudas al planeta a no consumir más recursos de los necesarios para alimentarnos, sino que también estarás apoyando a los pequeños productores locales. El comercio de proximidad fomenta el consumo de alimentos cultivados cerca de ti y con un menor impacto medioambiental, ya que ha recorrido menos distancia que productos que vienen de otras latitudes.
De este modo tu cocido, si estás en Galicia, sabrá a los sabores originales, sin variaciones y como se hizo toda la vida contribuyendo a que las tradiciones originales perduren.
Habla, pregunta, comprende
Ya que estás en un mercado con mucha gente experta, no dudes en aprovechar para empaparte y aprender de ella. En los mercados y comercios locales te encontrarás en muchas ocasiones con los propios agricultores que han cultivado los alimentos a la venta. Esto hace que el vendedor conozca mejor su producto, las condiciones en las que fue producido y muchas otras cosas que podrás consultarle.
De la parte del comprador queda la voluntad de conocer más sobre los alimentos que está comprando, como de dónde provienen o cómo han sido cultivados. Esto nos ayudará a tomar decisiones más conscientes y críticas en nuestra compra.
Divide (tu compra) y vencerás
Lo más probable es que para encontrar el mejor producto tengas que diversificar tu compra. Para las verduras puedes ir al mercado, la plaza o algún comercio local y para la carne quizá prefieras ir a una carnicería de barrio donde te aconsejen en confianza.
A pesar de que tengas que ir a varios sitios para completar tu compra de ingredientes para el caldo gallego, conseguirás consumir de una manera más responsable y hacer una receta de caldo gallego similar a la que se hacía antes, sin productos provenientes de otros países y ¡hasta continentes! Esta vuelta al consumo local favorece el comercio con el rural. La relación de dependencia que tiene la ciudad con el campo es evidente, por eso es necesario que desde tu ciudad, villa o pueblo, fomentes el comercio rural de una forma que sea sostenible y beneficiosa para todos.
Contribuye a la prosperidad el rural
Como siempre te recomendamos que pienses antes de consumir, ya que en tu mano hay múltiples opciones que pueden lograr mucho más que satisfacer tus necesidades. Consumiendo productos de proximidad y confianza, es muy probable que te alimentes mejor, pero además estarás ayudando a transformar el rural en un medio más próspero.