Principios de sostenibilidad para la alimentación y la agricultura
Según la FAO, las dietas sostenibles son aquellas que generan un impacto ambiental reducido y contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable.
La visión para una alimentación y una agricultura sostenibles de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés), se basa en que los alimentos son nutritivos y accesibles para todos y en que los recursos naturales se gestionan de tal forma que se preservan las funciones de los ecosistemas para responder a las necesidades humanas del presente y el futuro.
5 principios para la sostenibilidad alimentaria
Desde esta visión plantea 5 principios:
Aumentar la productividad, el empleo y el valor añadido en los sistemas de alimentación.
Modificando algunas prácticas actuales es posible mejorar la productividad de muchos sistemas agrícolas y de producción de alimentos.
Este principio se concentra en el motor de la transformación. En el futuro, se necesitarán nuevos aumentos de productividad para garantizar un suministro suficiente de alimentos y otros productos agrícolas y, al mismo tiempo, se deberá limitar la expansión de la tierra agrícola y contener su avance hacia los ecosistemas naturales. Sin embargo, si bien en el pasado la eficacia se ha expresado generalmente en términos de rendimiento (kilogramo por hectárea de producción), ahora el aumento de la productividad futura deberá tener en cuenta otras dimensiones. Los sistemas de producción inteligentes de agua y energía serán cada vez más importantes a medida que la escasez de agua aumente y que la agricultura tenga que buscar formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto repercutirá en la utilización de fertilizantes y otros insumos agrícolas.
Proteger e impulsar los recursos naturales.
La producción agrícola y de alimentos depende de los recursos naturales, y por ende, la sostenibilidad de la producción depende de la sostenibilidad de los propios recursos naturales. Se pueden hacer muchas cosas para reducir los impactos negativos y mejorar el estado de los recursos naturales.
Aunque la intensificación tiene efectos positivos en el medio ambiente a través de la reducción de la expansión agrícola y, por consiguiente, la limitación de su avance hacia los ecosistemas naturales, también tiene repercusiones potencialmente negativas en el medio ambiente. El modelo de intensificación agrícola más difundido supone el uso intensivo de insumos agrícolas, como agua, fertilizantes y plaguicidas. Lo mismo vale para la producción animal y la acuicultura, con la consiguiente contaminación de las aguas y la destrucción de los hábitats de agua dulce y de las propiedades del suelo. La intensificación también ha provocado la drástica reducción de la biodiversidad de cultivos y animales. Estas tendencias de la intensificación agrícola no son compatibles con una agricultura sostenible y representan una amenaza para la producción futura.
Mejorar los medios de subsistencia y fomentar el crecimiento económico sostenible.
Asegurar que los productores tienen un acceso y control adecuado de la productividad de sus recursos y hacer frente a la brecha de género, puede contribuir significativamente a reducir la pobreza y la inseguridad alimentaria en zonas rurales.
De todas las actividades económicas, la agricultura es la que tiene el coeficiente de mano de obra más elevado. Directa o indirectamente, constituye un medio de vida para los 2 500 millones de personas que componen los hogares rurales. Sin embargo, la pobreza está excesivamente asociada con la agricultura y la agricultura figura entre los tipos de actividad más peligrosos. La agricultura será sostenible solo si ofrece condiciones de empleo decentes a los que la practican, en un entorno económica y físicamente seguro y saludable.
Potenciar la resiliencia de las personas, de las comunidades y de los ecosistemas.
Los fenómenos meteorológicos extremos, la volatilidad de los mercados o los conflictos civiles debilitan la estabilidad de la agricultura. Las políticas, tecnologías y prácticas que generan resiliencia de los productores ante estas amenazas contribuyen también a su sostenibilidad.
En el curso de los últimos años, varias señales han mostrado los riesgos que las perturbaciones pueden representar para las actividades agrícolas, forestales y pesqueras. La mayor variabilidad climática, asociada o no al cambio climático, repercute en los agricultores y su producción. Por otro lado, la mayor volatilidad de los precios de los alimentos repercute en los productores y los consumidores, que no disponen necesariamente de los medios para hacerle frente. En lugar de reducir estas perturbaciones, es probable que el aumento de la globalización haya favorecido su rápida transmisión a través del mundo, con consecuencias cada vez más imprevisibles sobre los sistemas de producción. Por tanto, la resilencia es crucial para la transición hacia una agricultura sostenible y ha de responder a la vez a las dimensiones naturales y humanas.
Adaptar la gobernanza a los nuevos retos.
La transición a una producción sostenible solo puede darse allá donde exista un justo equilibrio entre iniciativas del sector privado y del sector público, y cuando se cumplen los requisitos de rendición de cuentas, equidad, transparencia y estado de derecho.
Incorporar la sostenibilidad en los sistemas alimentarios y agrícolas implica añadir una dimensión de bien público a una empresa económica. La agricultura es y seguirá siendo una actividad económica impulsada por la necesidad de los que la ejercen de obtener beneficios y asegurarse una vida decente a partir de ella. Los agricultores, pescadores y silvicultores necesitan recibir los incentivos adecuados que favorezcan la adopción de prácticas apropiadas sobre el terreno. La sostenibilidad no será posible más que a través de una gobernanza eficaz y justa, que incluya las políticas adecuadas y propicias, y los marcos jurídicos e institucionales que encuentren el justo equilibrio entre iniciativas del sector privado y del sector público, y garanticen los requisitos de rendición de cuentas, equidad, transparencia y estado de derecho.
Una transición necesaria
Estos principios desarrollan un marco operativo de acciones que se pueden descargar en el informe Transformar la alimentación y la agricultura para alcanzar los ODS: 20 acciones interconectadas para guiar a los encargados de adoptar decisiones.
Estas acciones deben llevarnos a una transición que, no sólo es necesaria sino que la propia FAO considera urgente y requiere una acción inmediata.