Fincas San José de la Levada, pioneros del kiwi en Galicia
La familia Piñeiro fue de las primeras en cultivar kiwi en tierras gallegas. Después de 30 años siguen en plena producción y apostando por ser más sostenibles y productivos. Han eliminado herbicidas, reducido el consumo de agua y en paralelo han logrado un aumento de un 30% de productividad
Las fincas San José de la Levada, en el sur de la provincia de Pontevedra, son sinónimo de kiwi de calidad. En la familia Piñeiro han sido de los primeros en decidirse por plantar kiwi, cuando este fruto resultaba exótico y rentable.
En las últimas décadas, el cultivo de kiwi se ha popularizado en Galicia, ha ganado produtores y se ha fortalecido de mano de una agrupación, Kiwi Atlántico, el mayor distribuidor de kiwis en España, a la que pertenece la familia Piñeiro y de la que también fueron socios fundadores.
Kiwi de calidad
El kiwi tiene un ciclo de producción anual que lleva parejo una importante carga de trabajo, no sólo en la recogida, que comienza en el mes de noviembre, sino también en la poda, que se realiza a finales de año, así como en el atado de la planta.
En las Fincas San José de la Levada miman la recogida de los kiwis. Así, utilizan mochilas especiales para evitar, en la medida del posible, que el fruto se golpee. Los depositan en grandes cajones con una capacidad de 350 kilos, que luego se encarga de procesar la planta de Kiwi Atlántico.
La mayor carga de trabajo en Las Fincas San José se desarrolla con la recogida del fruto. La cosecha se realiza cuando el kiwi consigue el grado de azúcar óptimo, que está en 6,5 grados. Esto se traduce en frutos que alcanzan un peso superior a 65 gramos, peso mínimo para su comercialización. En la plantación, el promedio se sitúa en 88 gramos y llegan a producir hasta 60 kilos por planta.
Mejorar el modelo de gestión
En la actualidad, Jaime Piñeiro, que ha tomado el relevo de su padre hace 8 años, apuesta por una producción sostenible y productiva en las Fincas San José de la Levada.
Su objetivo pasa por lograr producciones similares a las que se alcanzan en Nueva Zelanda, principal productora de esta fruta. Sus esfuerzos ya comienzan a notarse. En las últimas cosechas ha logrado rendimientos de 40 toneladas por hectárea, cuando la media en Galicia está en las 30 toneladas. En los últimos años, en sus parcelas ha conseguido un incremento de la producción del 30%, situándose ya en los promedios de grandes zonas productivas a nivel mundial, como Nueva Zelanda, donde las producciones oscilan entre 35 y 65 toneladas de fruta por hectárea.
Probar sistemas alternativos
Para lograr incrementar la producción, Jaime Piñeiro ha optado por cambiar el sistema de sujeción de la planta, una modificación que ha hecho en base a su propia experiencia. Tras un proceso de experimentación en una pequeña parcela, decidió colocar las plantas en un emparrado.
Este sistema permite que las ramas no toquen el suelo y vayan colocadas por la parra. “Conseguimos que debajo se genere un microclima. La planta está más ventilada y se incrementa la producción”, explica el productor.
Alternativas biodegradables
Cambiar el sistema de emparrado les llevó a otras modificaciones, como introducir un nuevo sistema de atado. El método tradicional, con cordón de plástico, suponía ahora más carga de trabajo y resultaba más laborioso. Además, implicaba un impacto ambiental en la finca que querían erradicar.
La solución llegó al emplear los restos de gomas textiles de los calcetines para realizar estos atados. “Además de ser biodegradables, este tipo de gomas nos permiten ser más ágiles y eficaces en el atado”, concreta el productor.
Producir sin recurrir a herbicidas
Parejo a estas modificaciones, también dejaron de emplear herbicidas para eliminar la hierba de las cubiertas. El cambio de sujeción de las plantas permite acceder con un tractor debajo de la parra y proceder al desbroce de la hierba por lo que, a la par del ahorro económico en herbicidas, han conseguido una plantación más sostenible.
También han conseguido un ahorro en el agua que consume, puesto que el suelo tiene así una mayor capacidad de retención. Pasaron de emplear unos 100 litros por planta en el mes de agosto a utilizar entre 40 y 50 litros.
Además, en la plantación, también cuentan con varias colmenas de abejas que favorecen la polinización de las plantas de kiwi.