La recuperación del trigo del país está cuajando en Galicia
“Se oes o cuco cucar tres días despois de San Pedro, cava na roza e non teñas medo”. El refrán popular gallego hace referencia a una época en la que, en vez de eucaliptos y pinos, en los montes gallegos era más habitual el trigo, una época en la que el ferrado de cereal, usado incluso como moneda de cambio para el pago de rentas, era sinónimo de abundancia y buena cosecha.
En el último medio siglo, el cultivo de trigo había desaparecido prácticamente de los montes y aldeas de Galicia, al mismo tiempo que la tradición de cocer el pan en casa también se iba perdiendo. Con la excepción de determinadas comarcas, como A Limia, el cultivo de trigo, cebada o centeno se había reducido de forma significativa, hasta el punto de que en la actualidad los cereales, al igual que la fruta o las verduras, son las principales producciones de las que es deficitaria nuestra comunidad y que hay que importar.
Galicia había abandonado de forma generalizada la producción de cereales en las últimas décadas, en buena parte debido a la especialización productiva en torno a la ganadería. Pero en los últimos años esos cultivos se están recuperando y potenciando, de la mano del trigo del país, clave para la nueva Indicación Geográfica Progegida de Pan Gallego.
Una alternativa de producción recuperar el cultivo de cereal
Cereales como el trigo o el centeno podrían ser una alternativa en Galicia, donde las panaderías importan miles de toneladas de harina.
Las dos asociaciones que hay produciendo a día de hoy trigo gallego (Triaga y Procegal) han ido aumentando progresivamente en los últimos años su número de socios y las hectáreas plantadas, a medida que las panaderías han ido apostando por el cereal autóctono como señal distintiva para la diferenciación de su producto en el mercado.
Principales zonas productoras en Galicia
Laracha, Carballo, Ferrol y Carral en A Coruña; Xinzo de Limia en Ourense y A Terra Chá y Val de Lemos en Lugo son las principales zonas productoras de Galicia. La producción se concentra en estos momentos en las comarcas de As Mariñas coruñesas, Xinzo de Limia, Val de Lemos y A Terra Chá, con unos 80 productores totales, pero las expectativas hablan de poder duplicar la producción en el plazo de unos dos años, hasta llegar a superar las 1.000 hectaras de cultivo de trigo certificado.
Una de las claves para que la superficie se amplíe en los próximos años está en el aumento de la demanda y en el reparto del incremento de valor del producto en todos los eslabones de la cadena, desde el panadero al agricultor.
El precio para el trigo del país es mayor que para el trigo de variedades foráneas y puede rondar los 40 céntimos por kilo, el doble que lo que se paga por un trigo cosechado para hacer pienso para alimentación del ganado.
Ese plus en el precio y en la rentabilidad en origen es la clave para que Galicia vuelva a producir trigo, un hecho importante que serviría para recuperar tierras hoy improductivas, roturar zonas de matorral para el cultivo de cereal y de esta forma evitar los incendios forestales y, al mismo tiempo, aumentar el autoabastecimiento alimentario de Galicia en un producto en el que somos deficitarios, un hecho que la actual pandemia sanitaria provocada por el coronavirus ha demostrado imprescindible.
Generar valor y aumentar el autoabastecimiento
La recuperación del trigo del país puede generar valor en el campo y aumentar el autoabastecimiento alimentario de Galicia. En total, sumando el destinado a producción de harina para pan y el que tiene uso forrajero y para alimentación de ganado, las hectáreas destinadas a cultivo de trigo en Galicia rondarían en la actualidad las 16.000, aunque la superficie susceptible de acoger nuevas producciones de trigo o centeno seria mucho mayor.
Una gran oportunidad
La vuelta del cultivo del trigo del país en Galicia es, pues una oportunidad. Pero es también fruto de la colaboración de distintas entidades e instituciones que en los últimos años se han implicado en su recuperación, desde el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo, que en 2002 empezó a hacer un banco de un germoplasma y a subministrar semilla base, a la Universidad, que ha creado una Cátedra do Pan e do Cereal; los panaderos, como el grupo Da Cunha de Carral, que ha impulsado la fabricación y comercialización de pan elaborado con harina autóctona; los productores asociados en Triaga y Procegal, que mantienen la tradición del cultivo; y los consumidores, que cada vez más reconocen, valoran y demandan auténtico pan gallego.
A las dos variedades de trigo autóctono potenciadas en los últimos años, la callobre y la caaveiro, se unirán en breve otras tres variedades, con nombres indicativos de sus comarcas tradicionales de cultivo: Arzúa, Riotorto y Miño.