Muiñeiras de Requiande: cuando la tierra y la comunidad marcan el ritmo
En el corazón de la Mariña Lucense, en la pequeña aldea de Requiande (Ribadeo), late un proyecto que recupera lo mejor de la tradición rural y lo proyecta hacia el futuro: Muiñeiras de Requiande.
Nació en 2020, impulsado por un grupo de mujeres decididas a reconectar productores y consumidores, y a demostrar que el rural no solo produce alimentos, sino también oportunidades, vínculos y prosperidad. Su centro neurálgico es un obrador compartido de conservas vegetales, un espacio de transformación artesanal que funciona bajo los principios de la economía circular y el aprovechamiento integral de los recursos.
Un pasado innovador, un presente transformador
La finca en la que se asienta Muiñeiras de Requiande tiene historia. Fue en su día una granja piloto reconocida por sus innovaciones: riego por aspersión con abonos orgánicos, ordeño mecanizado, confort animal… Hoy, aquellos establos se han reconvertido en un espacio colectivo donde se elaboran zumos, conservas, fermentados o deshidratados, siempre a partir de excedentes agrícolas y productos de proximidad.
Esta transformación no es casualidad: forma parte de una visión de futuro que busca añadir valor a la producción local, desestacionalizar ingresos y diversificar el uso del territorio.
Un proyecto que es mucho más que conservas
Lo que hace a Muiñeiras de Requiande tan especial no es solo lo que produce, sino cómo y para quién lo hace.
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Colabora con productores locales para que puedan transformar y comercializar sus excedentes.
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Ofrece formación en técnicas de conservación y prácticas colaborativas.
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Crea empleo en la transformación, transporte y venta de productos.
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Visibiliza el papel de las mujeres rurales como motor económico y social.
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Trabaja con un radio de acción de unos 100 km para fomentar el consumo de kilómetro cero.
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Aporta soluciones reales para mejorar la alimentación, con un foco especial en la infancia.
Recuperar el orgullo de lo local
En Muiñeiras de Requiande, cada tarro cuenta una historia: la de una huerta cuidada con esmero, la de un productor que encuentra en la cooperación una vía para seguir cultivando, la de un pueblo que ve cómo sus saberes y sabores siguen vivos.
Es un ejemplo de cómo el rural se reinventa desde lo comunitario. Un lugar donde la transformación de un tomate, una judía o una remolacha no es solo un proceso culinario, sino un acto de resiliencia y de amor por el territorio.
Muiñeiras de Requiande nos recuerda que, cuando la tierra y la comunidad marcan el ritmo, el futuro del rural puede ser tan fértil como su pasado.
Y ese es, precisamente, el espíritu que desde el Mercado de la Cosecha queremos seguir celebrando y compartiendo.