Amarelante: el monte, la castaña y la prosperidad del rural
En el corazón del Macizo Central ourensano, entre soutos centenarios y aldeas que luchan contra el abandono, Amarelante Sociedade Cooperativa Galega ha encontrado la manera de transformar el monte en fuente de vida. Su historia es la de un grupo de personas que decidió recuperar el valor de la castaña y, con ella, la esperanza en el futuro del rural gallego.
Amarelante nació en 2013 en Manzaneda (Ourense) con una idea clara: recuperar soutos abandonados y reactivar la producción de castañas de calidad. Frente a la desvalorización del monte y la pérdida de cultivos tradicionales, la cooperativa apostó por rescatar un recurso autóctono y darle un nuevo sentido económico, social y ambiental.
“Nos chamaron tolos, idealistas ou utópicos”, cuentan en su web. Pero su empeño dio fruto: hoy Amarelante es un ejemplo de cómo una comunidad organizada puede revitalizar el territorio desde lo local.
Un modelo de silvicultura y transformación
El proyecto se centra en el cultivo y la transformación de la castaña amarelante, una variedad autóctona reconocida por su sabor, textura y calibre. Todo el proceso —desde la recolección hasta el producto final— se realiza de forma manual y sostenible, con el objetivo de mantener la calidad y minimizar el impacto ambiental.
Su trabajo incluye:
- Recolección manual en soutos recuperados.
- Secado tradicional con biomasa local.
- Pelado y selección sin productos químicos.
- Transformación artesanal en harina, castañas secas, bica y folerpas.
Cada paso busca cerrar el ciclo en el propio territorio, reduciendo intermediarios y garantizando que el valor añadido quede en la comarca.
Economía circular y compromiso social
Más que una empresa, Amarelante es una cooperativa de personas que comparten valores. Su modelo combina la producción sostenible con el respeto por la comunidad, demostrando que la economía rural puede ser justa, inclusiva y viable.
La apuesta por la cadena corta —desde el monte hasta el producto final— no solo mejora la rentabilidad, sino que contribuye a:
- Fijar población, ofreciendo empleo estable y cualificado en zonas rurales.
- Recuperar biodiversidad, al restaurar soutos abandonados y reducir el riesgo de incendios.
- Reforzar la cultura local, recuperando conocimientos tradicionales asociados a la castaña.
La castaña como símbolo de prosperidad rural
Amarelante demuestra que la prosperidad del rural no depende de producir más, sino de producir con sentido. Su modelo combina innovación, tradición y cooperación para crear un impacto real: social, ambiental y económico.
Lo que hace especial a este proyecto es su coherencia. No solo recupera un cultivo, sino que reconstruye una relación entre las personas y el territorio. La castaña se convierte así en un símbolo de resiliencia y futuro para las aldeas gallegas.
Su historia es también una invitación: a mirar el monte no como un espacio abandonado, sino como una oportunidad para generar valor, cuidar la tierra y construir comunidad.






